González, Elis. ormides2@gmail.com
Rosales, Yris. yrisleo@gmail.com
Tenías, Martín. mtenias64@gmail.com
El debate sobre calidad de la educación coloca sobre el
tapete el tema de la rendición de cuentas, proceso a partir del cual pueden
establecerse los puntos y las estrategias para introducir las mejoras
necesarias hacia el logro de niveles o estándares de calidad recíprocos, con una
visión de liderazgo afín a la utilidad comunitaria de la institución educativa.
Esto se debe a que el rendimiento de los alumnos debe dejar de ser
definitivamente el único indicador de calidad en la sociedad del conocimiento.
Esta afirmación marca el punto de partida para asumir la calidad
educativa como el resultado de la coincidencia entre las expectativas de desarrollo
educativo y los enfoques de lo que debe ser no sólo una buena educación, sino
también un buen gobierno, un buen liderazgo y su interrelación.
De acuerdo con Mulford (2006), una buena educación es aquella que sirve
mejor a la sociedad ahora y en el futuro. Una educación donde dominen los
valores de equidad, participación e inclusión en la toma de decisiones, de
todos los involucrados, a partir de la comunidad de intereses, profesional y de
aprendizaje, donde sin perder su valor intrínseco, el conocimiento no sea
abordado per se, sino por su utilidad
para el desarrollo personal y del entorno social.
La calificación de un gobierno como bueno dependerá de que el
ejercicio del liderazgo, el poder y la autoridad sea descentralizado, sometido
a contraloría o rendición pública de cuentas y a la conformación de redes de
conocimiento, profesionales, técnicas y colaborativas; con niveles de autonomía
respecto a la toma de decisiones, que se constituyan en recursos para el
aprendizaje.
En esta
visión, ¿qué características debe tener el liderazgo?
1. Debe
estar orientado hacia la calidad, equidad y eficacia, a partir de respuestas
efectivas y oportunas a los problemas reales del entorno social como
indicadores de logro.
2. Una
actitud hacia el conocimiento como un componente dinámico y útil para el
desarrollo, que escapa a marcos programáticos y contenidos impuestos sin conexión con la realidad;
ya que el aprendizaje es una constante en la vida y en permanente modificación frente
a las necesidades del campo laboral.
3. A través de redes, cada
experiencia puede compartirse y establecerse convergencias o divergencias; así
construir modelos autónomos que puedan comunicarse y replicarse de acuerdo con los
retos de la globalización. Por tanto, el liderazgo debe ser
comunicativo-colectivo e integrador
En consecuencia, la escuela asume el liderazgo como rol protagónico
a desempeñar para poder generar soluciones y transformaciones que finalmente
permitan valorarla como socialmente útil y utilitaria, a través de la realización
de proyectos educativos donde haya reflexión y la toma de decisiones esté
distribuida según la importancia, valoración y calificación de cada miembro del
colectivo como protagonista.
En Venezuela, el posicionamiento de la escuela como nuevo líder
comunitario se evidencia en el trabajo ejecutado alrededor de distintos
proyectos interrelacionados: el Proyecto Educativo Integral Comunitario, el
Proyecto de Aprendizaje y los Proyectos Pedagógicos Socioproductivos; cuyos
objetivos giran alrededor del diagnóstico interno y comunitario, así como del
establecimiento de un plan de acción para la resolución, a través de las áreas
académicas desde un enfoque interdisciplinario y transdisciplinario, de los
problemas detectados.
Los logros alcanzados en cada proyecto constituirán puntos de
valoración de la calidad de la educación en cuanto estos den respuestas ciertas
a las expectativas y necesidades reales de la comunidad.
Referencia
Mulford, B. (2006). Liderazgo para
mejorar la calidad de la educación secundaria: Algunos desarrollos internacionales.
En Profesorado. Revista de currículum y formación del
profesorado, 10, 1 (2006). Extraído desde: http://www.ugr.es/~recfro/rev101ART2.pdf.
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